El Cazador (The Hunter), trata de un incansable buscador de la verdad.
Dada la fecha de publicación del libro (1891), me pareció que contenía conceptos adelantados a su época. Su autora, una mujer con ascendencia alemana que vivió en Sudáfrica, fue Oliva Schreiner. Comprendí el valor de sus conceptos, dada la época y el lugar de origen. Oliva debió ser una de las primeras feministas, surgida en un país conocido por la inobservancia de los derechos humanos, cosa que no debió ser muy fácil para ella.
Más allá de eso, el libro «Dreams», en el que viene incluido El Cazador, contiene historias originales y disfrutables, con un lenguaje literario simple y alegórico, a la manera de Gibrán. Supongo que era la manera de la que los autores se valían para decir las cosas, motivando el razonamiento del lector para hacerlo alcanzar conclusiones por sí mismo. Ahora los autores suelen ser más directos.
Cada vez que leo El Cazador, inevitablemente vienen a mi mente personajes como Sócrates, Arquímedes, Hipatia de Alejandría, Copérnico, Galileo Galilei, Charles Darwin y tantos otros, cuya obra fue realizada a pesar de los obstáculos y limitaciones de su época. Después de décadas, cientos e incluso miles de años, su búsqueda por la verdad ha sido inevitablemente recompensada por la historia. Pero en su momento, cada uno de ellos requirió de una valentía suprema para sobreponerse a la mentalidad del resto, apoyándose tan sólo en esa joya que la naturaleza nos ha dado: el poder del razonamiento humano.
Aún le cuesta al hombre desprenderse de las falacias que durante tanto tiempo fue creando para explicar el mundo y la naturaleza que nos rodea. Afortunadamente, la búsqueda por la verdad es una postura y un compromiso que va encontrando cada vez más adeptos.
Dante Amerisi
Dante Amerisi 