Dictadores y tiranos


Podemos entender que cualquier gobernante que insista en prolongar el periodo de su gobierno más allá de las posibilidades marcadas por el sistema y la constitución de su nación, se convierte en un dictador, por definición. Se ha visto que, entre más tiempo prolongan su mandato, más poder adquieren. Confiados en ese poder, comienzan a torcer la ley para justificar y legalizar su permanencia. En ese caso, el dictador pasa a ser tirano.

Solamente en las monarquías constitucionales se permite el reinado vitalicio y heredado. Ni una sola república establece que un individuo pueda detentar poder absoluto y prolongarlo a su conveniencia.

Los regímenes socialistas o comunistas tampoco están exentos de caer en dictaduras y puede verse que los periodos de gobierno prolongados son comunes. Corea del Norte, por ejemplo, ha experimentado una dictadura que se ha prolongado por 71 años, pasando por tres generaciones de una misma familia.

Es importante entender que el socialismo y el comunismo han generado personajes que han aprovechado su ascenso al poder, para propósitos personales, olvidándose de beneficiar al pueblo que juraron sacar de la miseria, intentando perpetuarse en el gobierno y obteniendo riqueza para sí mismos y sus familias, mientras el pueblo aguarda esperanzado por una solución que no llega. Ese sistema en el que se cede la voluntad y la individualidad, termina aprovechándose de los gobernados. Y quien se creía el glorioso salvador, pasa a ser su abusador.
La historia se repite una y otra vez en todas latitudes del planeta. La evidencia está ahí para estudiarla y analizarla.

Siendo el comunismo una doctrina, con dogmas «incuestionables», libros «sagrados» y un «profeta» al que se le cree todo lo que dice, termina teniendo el mismo efecto sobre los individuos que la religión. Y entonces surgen los fanáticos, a quienes se les ha sugestionado a tal grado, que terminan viendo al comunismo como un ideal. Si funcionara, ya tendríamos pruebas de ello. Pero la evidencia muestra lo contrario. Estudien y analicen con nuevos ojos. No es posible que alguien en su sano juicio piense que un régimen comunista como el de Corea del Norte sea bueno. Es como darle poder monárquico a un personaje cuando ha prometido todo lo contrario: liberarlos de una tiranía. Con el comunismo, los pueblos salen de una diatriba y entran en otra. A veces, para cuando el pueblo se da cuenta, ya es demasiado tarde.

En una ocasión, por cierto, me contactó un estudiante de una universidad de México para hacerme preguntas sobre mi postura en cierto tema, pues en su escuela estaban haciendo una mesa de discusión sobre lo que habían leído en Los Retos de la Razón. «¡Maravilloso!» pensé, «lo están analizando y discutiendo». La intención en Los Retos de la Razón no es normar un sistema de pensamiento, sino presentar información para que quien esté interesado busque, profundice y analice por sí mismo. Podemos expresar la opinión personal al respecto, pero intentamos promover el uso de la razón antes que la simple aceptación por creencia o convencionalismo. Esperamos que cada quien tome el reto a la razón que le corresponde, según su idiosincrasia y capacidades personales, y ejerza por sí mismo el raciocinio.

Dante Amerisi. Los Retos de la Razón.

Ver el artículo Dictadores rojos

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